Tarta de cerezas - CAPÍTULO - III
- El quinto elemento formaba parte de un temible arsenal de especias, licores, aguardientes, hierbas aromáticas, frutos secos, esencias y perfumes que empleaba a discreción y con discreción para sojuzgar y rendir cualquier paladar rebelde.
- Pero, a pesar de la invencible armada -siempre lista y en orden de combate bajo sus órdenes- de la que disponía a placer y por placer, había una tarta que se le resistía, un bastión inexpugnable de sinsabores -la tarta de cerzas-
- Antes de continuar, dejemos una cosa clara ¡Claro que podía elaborar una y mil tartas de cerezas, y todas exquisitas! Por desgracia, según agradecido criterio ajeno -al que no acordaba ningún valor-. Pero, pero ... de acuerdo con los estrictos parámetros que regían el suyo propio, era incapaz de crear "la" tarta de cerezas; esa tarta ideal, capaz de perturbar -con la morbidez de la pulpa o la fragancia del guindo- la caverna interior de cualquier filósofo ático.
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Próxima entrega: Capítulo - IV: EL DOLOROSO QUÉ
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