- Sus tartas de fruta eran, únicas, insuperables e inimitables. Con solo cuatro simples elementos, por toda materia prima, masa, fruta, mantequilla y azúcar, y - un toque personal- como le gustaba decir con cierto retintín; era capaz de crear una exquisita y efímera obra de arte cibaria, solo al alcance de un puñado de afortunados paladares privilegiados.
- Para los más escépticos, baste solo con decir que manejaba la masa con igual maestría que los escultores del Quattrocento al cincelar los bloques amorfos de mármol y que podía sublimar la quintaesencia escondida de la fruta con la misma pericia que un pintor del Siglo de Oro le exprimía el jugo a su paleta cromática
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Próxima entrega: Capítulo - II: EL QUINTO ELEMENTO
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