- un pollo campero, entero, limpio y listo para asar
- una trufa de buen tamaño
- una cebolla
- aceite, sal, pimienta recién molida, un chorrito coñac -o similar- agua
Preparación:
- Un día antes del asado, limpiamos meticulosamente la trufa y la laminamos.
- Vamos introduciendo las láminas de trufa entre la piel -procurando no romperla- y la carne del pollo. Las láminas deben repartirse generosamente sobre todo por la pechuga y los muslos del pollo.
- Los trocitos de trufa que no hayamos podido aprovechar y las láminas que hayan sobrado las introduciremos en la cavidad torácica del pollo, previamente salpimentada y regada con un chorrito de aceite y coñac
- Enrollamos el pollo con plástico alimentario, lo envolvemos herméticamente y lo guardamos en la nevera hasta su utilización
- Sacamos el pollo de la nevera, le quitamos el plástico y lo colocamos en una fuente de hornear adecuada junto con una cebolla pelada partida en cuartos.
- Lo salpimentamos generosamente y lo regamos bien por toda su superficie con el aceite, acabando con un chorrito de agua y coñac.
- Introducimos la bandeja en el horno, precalentado a 180º, y preparamos el asado en hora y media o hasta que la piel del pollo adquiera un bonito color dorado y crujiente.
- De vez en cuando podemos abrir el horno y darle la vuelta al pollo para que se tueste uniformemente por ambos lados. Y también podemos, con ayuda de una cuchara, regar el pollo con los jugos de su cocción.
- Una vez el pollo esté asado, conviene dejarlo reposar unos minutos en el horno entreabierto y apagado para que la carne se asiente.
- Trinchamos el pollo justo en el momento de servir, en la bandeja de asar para así recuperar todos los jugos de la cocción y conseguir un buen fondo de salsa.
- Servimos el pollo acompañado de guarnición: arroz blanco, champiñones, verduras, etc. y la salsa del asado en salsera aparte.
NOTAS:
- Con la carcasa del pollo, los trozos menores que generalmente sobran, unas verduras y un hueso de jamón se puede confeccionar, en una olla exprés, un caldo básico muy sabroso y ligero que puede servir para elaborar un consomé o cualquier tipo de sopa al gusto.
- Con los restos de pollo, una ensalada verde, pepinillos encurtidos y una mayonesa a la mostaza podemos elaborar un plato combinado frío muy refrescante.
- La salsa que ha sobrado, previamente colada para clarificarla, sirve para aderezar cualquier tipo de pasta, o verduras al vapor. Ideal para una cena.
- Como podéis observar se han reducido al mínimo los ingredientes de la receta con el fin de dejarle a la trufa todo el protagonismo. No conviene, pues, aromatizar el pollo con ajo, hierbas provenzales, laurel, u otros ingredientes que enmascaren el aroma de la trufa.
- El envolver herméticamente el pollo en plástico alimentario consigue que el aroma de la trufa impregne profundamente la carne del pollo y potencie su sabor. Conviene no saltarse este punto.
- Las trufas frescas son muy caras y difíciles de conseguir, así que si alguna se os pone a tiro no lo dudéis, lanzaros a por ella.
- Las láminas asadas de trufa acompañadas de trocitos de piel crujiente de pollo constituyen un bocado exquisito, único y digno de los paladares más exigentes.