- tortillas de trigo, listas para su uso
- 2 tomates limpios, pelados y sin semillas, picados groseramente
- 2 pimientos rojos o/y verdes, partidos, sin semillas y cortados a tiras finas
- 1 cebolla gorda cortada a tiras finas
- 2 ajos pelados y laminados
- restos de pechuga ya cocida, limpia y laminada fina
- queso rallado tipo gruyère o mozzarella
- aceite, sal, pimienta recién molida, comino al gusto, guindilla (optativo)
Preparación:
- En una cazuela rehogamos en el aceite la cebolla, con el pimiento y el ajo, a fuego lento. En cuando empiece a tomar color añadimos el tomate, mezclamos bien, tapamos la cazuela y dejamos hacer a fuego suave hasta que haya reducido bastante y esté en su punto. Salpimentamos y damos el toque de comino, y de guindilla (optativo y con mucho cuidado). Probamos de sabor y rectificamos.
- Calentamos el horno hasta que alcance la temperatura de 210º.
- En una placa adecuada colocamos una tortilla, la embadurnamos con el sofrito anterior, disponemos por encima la pechuga laminada y espolvoreamos con el queso rallado al gusto
- Cubrimos el relleno con otra tortilla y la introducimos en el horno unos 7'.
- Sacamos del horno, disponemos la quesadilla en un plato y la servimos inmediatamente, partida en porciones
- La quesadilla se puede degustar tal cual o acompañada de una guarnición de ensalada, aliñada solo con aceite, vinagre y sal; compuesta de: lechuga, tomate, pimiento, cebolla, maiz y aguacate
- En vez de pechuga de pollo se pueden utilizar restos de cualquier tipo de carne cocida.
- Si no disponemos de sobras de carne se puede sofreír carne picada en su lugar.
- Nos podemos ahorrar el sofrito del p-1 utilizando un tarro con la salsa ya preparada, lista para su uso, que venden en la sección de especialidades mexicanas de los hipermercados. El sabor de la quesadilla queda más intenso, exótico y picante que si preparamos nosotros el sofrito en casa, pero también, para mi gusto, queda un regusto final un tanto artificial.
- La quesadilla es una de esas recetas en la que podemos dejar volar nuestra imaginación culinaria, fantasear con los ingredienetes y lanzarnos a experimentar con cualquier tipo de relleno que nos apetezca probar. Así que, ánimo...y adelante.
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