- Patatas, peladas, limpias y laminadas más gordas que para tortilla (1 ó 2 por comensal)
- Grasa de cordero de la parte del riñon o en su defecto trozos grasos de falda o pecho
- 1 diente de ajo, sal y pimienta y un chorrito de aceite
Preparación:
- Restregamos el ajo por el fondo y las paredes de una cazuela plana de hornear (de aluminio, acero inoxidable o barro)
- Incorporamos las patatas. Salpimentamos generosamente y regamos con el aceite. Con las manos mezclamos bien hasta que las patatas se hayan impregando bien del aceite. Igualamos, formando una buena capa de patatas.
- Repartimos por encima los trozos de grasa previamente salpimentados.
- Introducimos la cazuela en el horno precalentado a 190º y cubrimos bien las patatas con agua hirviendo. Proseguimos la cocción durante casi hora y media o hasta que el agua se haya absorbido casi por completo sin que las patatas estén secas.
- Servimos inmediatamente como guarnición de carne asada, a la plancha o a la brasa; o sencillamente acompañadas de una ensalada verde perfumada ligeramente al ajo.
- En esta receta la calidad de las patatas es fundamental. Debe escogerse la variedad de guisar, y no de freír, ya que en el transcurso de la cocción se van deshaciendo, quedando al final melosas pero con una capa superior tostada. Se funden en la boca y quedan con una textura aterciopelada.
- La grasa de cordero es obligatoria, cualquier otra alternativa cerdo, ternera, jamón, bacon, no mejora en absoluto el plato.
- La grasa debe ser grasa, o lo más parecido posible, los trozos magros están desaconsejados.
- El plato es francamente delicioso. Para los que tengan un poco de aprensión en utilizar la grasa de cordero quiero tranquilizarles, al final la grasa desaparece totalmente quedando fundida y trabada con las patatas a las que confiere su aroma. Los trozos iniciales de grasa quedan reducidos a pequeños torreznos crujientes sobre las patatas que podemos fácilmente degustar o evitar.
- Si queremos darle al guiso un toque aromático podemos incorporar dos o tres hojas de laurel (al gusto)
- Si no queremos pringarnos los dedos restregando el ajo, lo podemos incorporar entero a las patatas.
- Si vemos que las patatas se resecan y aún no están a punto podemos añadir un vasito de agua hirviendo a la cazuela. Por contra si ya están listas y sigue quedando mucho caldo hay que proseguir la cocción hasta que reduzca bastante. Ni lo uno ni lo otro altera en lo más mínimo la calidad del plato
- Si las patatas son de calidad, la mejor manera de degustar este plato es con una simple ensalada verde perfumada al ajo
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