Precalentamos el horno a 210º. Y mientras toma temperatura...
Colocamos la tortita sobre una placa de hornear, repartimos por encima varias cucharadas de compota, hasta cubrir toda la superficie.
Espovoreamos con azúcar y canela al gusto y por encima distribuimos unos trocitos de mantequilla.
Introducimos en el horno y contamos unos 10' o hasta que los bordes de la tortita empiecen a tomar un agradable color tostado.
Las tomamos recién hechas, tibias o frías, tal cual o acompañadas de una crema inglesa, nata líquida o montada, algún tipo de helado: vainilla, turrón, etc., o algún tipo de sirope o salsa de caramelo o frutas.
NOTA:
Si espolvoreamos la superficie de la compota -antes de ponerle el azúcar- con algún tipo de frutos secos picados: almendras, avellanas, nueces, semillas de sésamo, etc. obtendremos un postre de verdadero lujo.
Es importante tomarlas recién hechas ya que con el paso del tiempo la tortilla se va reblandeciendo y el postre pierde parte de su crujiente que es el que lo le da su encanto.
Las podemos acompañar de choccolate, en todas sus formas, pero pienso que no aporta ninguna mejora al resultado final.
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